corazón de luna

miércoles, 24 de marzo de 2010

Escribir es como convertirte en tinta y quedar plasmado en un trazo de papel, leer es descubrir los entintados de las demás personas, esta última es un arte nada fácil, (conservando la idea de la diversidad de mentes, la diversidad de criterios).
Al paso del tiempo la escritura se ha vuelto al olvido, ahora la gente no lee por gusto sino porque debe aprende a leer o porque debe investigar algo. Ese gusto se ha convertido en una obligación, en una costumbre; La costumbre vuelve al hombre inútil; Los asuntos que deberían ser razonados ya solo son aprendidos como obra de generaciones, perdiendo así el sentido y la esencia misma.
Ya en algunas ocasiones hablábamos del papel que la naturaleza juega al eliminar los cuerpos más débiles. De eso no debemos encargarnos nosotros que es su trabajo. Pero de vez en cuándo no esta por demás hacerles saber que están de sobra en el mundo. Algunas veces las personas piensan lo que nunca harán, se la pasan recitando su muerte cuando no saben que es la vida y cuándo no cuentan con argumentos. Intentan parecer trágicos y al momento en que de verdad pierden la cordura llega un instante de conexión popular. Se dan cuenta que sus ideas surgen de una vida y logros no obtenidos e indirectamente colocan su muerte en un centro de atención. Y aquí es cuando notamos que realmente estorban, pues no necesitamos personas a las que se les otorgue vida y quieran muerte. Necesitamos personas que resurjan de la muerte para dar vida y nuevos logros. Necesitamos personas que aprendan de ellos y tengan la capacidad de seguir si lo necesitan.
Bastante tiempo hemos estado encerrados en paces disimuladas, motivos sobran para hacer guerras, pero deliberación y decisión falta para no callarnos. En estos tiempos la gente ya no interviene se ha convertido en blanco de desastre y los de arriba en impunidades. Justificar la guerra nos hez bueno, y alagar a los que la hacen para crear paz lo es aún más.

lunes, 22 de marzo de 2010

Borrador

Las historias de amor define al hombre. En realidad no sólo el amor, sino todo aquel sentimiento capaz de transformarlo para bien y para mal.
Somos una especie compleja, con la capacidad de sentir más de una sensación a la vez. Por esa misma razón nunca llega a ser completamente feliz; existe una satisfacción, un bienestar, pero hablar de felicidad es referirse a un todo.
Debe suponerse que el amor nos someta a ese todo, pero en la mayoría de los casos sucede todo lo contrario.
No podemos culpar a la razón porque al sentir amor perdemos cordura y lógica; no podemos culpar a los sentimientos porque entonces contradecimos a la naturaleza del hombre.
Se observan diversos tipos de amor, sin elogiar a uno más que a otro es necesario igualarlos diciendo que se desconocen las causas pero en todos se conocen las consecuencias: El desamor.
El desamor es uno de los sentimientos más frívolos que el ser humano experimenta. Pero ciertamente el más humano. No es complicado, no es espontáneo. Se siente con el paso del tiempo. Viene de la
monotonía, de la costumbre, del conocimiento, de la impaciencia y entre muchas otras cosas como su nombre lo dice, del amor...
Se sabe que el amor es un afecto en sus más grandes dimensiones, entonces se puede decir que el desamor es todo lo contrario con la misma magnitud.
Se experimenta un dolor, un desprecio y puede llegar al odio. Pero ¿Cómo es que un sentimiento que te dio felicidad con anterioridad te produzca tanta tristeza en el ahora?
Ya mencionaba que es un sentimiento frívolo; esto es porque conlleva a mucho dolor, pero ¿Por qué el más humano?... bueno, eso es evidente: No hay planta o especie que lo sienta más que nosotros los hombres. Pero podríamos darle otro sentido diciendo que si no hay dolor no hay señal de vida, si no hay dolor no hay impulso a seguir, si no hay dolor no hay un nuevo comienzo...
Terrenalmente nuca se llegará al amor perfecto, son necesarios los mundos alternos.
Desde siempre nos hemos visto necesitados de un algo inanimado o superior que refleje lo que deseamos, quizá porque comprendemos que nadie ha llegado a la perfección.
Con esto es fácil deducir que todo hombre anhela y busca la perfección dentro y junto de él.
Si bien nadie es perfecto, nadie es del todo imperfecto (por sí solo), es la adjunción de dos seres lo que logra la complementación y el equilibrio necesario para esa "felicidad".
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