corazón de luna

viernes, 16 de septiembre de 2011

Los árboles se mecen, sacuden los rastros de su juventud.
Mi consciente está perdido, me hace caminar sin rumbo sobre la acera.
El viento me envuelve, me invita a bailar e incorporarme
con los tonos grises de un paisaje lleno de agua,
pero me niego ante la posibilidad de quedar suspendida por tiempo indefinido.
Pienso en cómo sería posible ayudar al cielo a desteñir las hojas de aquella primavera,
le robo humedad al aire y las miro, las intimido hasta que se sonrojan, pequeñas,
tan frágiles como mis pensamientos,
de los que no te alejas, de los que eres dueño.