De manera global el desarrollo de los países se ha mantenido en un ambiente de violencia e inestabilidad, principalmente en el aspecto social y político. Los países no son bien administrados por los gobernantes ya que no toman en cuenta las verdaderas necesidades de la gente. “El mundo” se ha vuelto elitista considerando como esencial a la clase alta. En países tercermundistas, por ejemplo, los representantes se entretienen en brindar una buena imagen a los demás países con el fin de encajar en dicho status.
La globalización ha hecho que el hombre sufra una pérdida de valores significativa, implementando una ideología de mera competencia. Los medios de comunicación han aprendido a hacer que sus palabras determinen el comportamiento poblacional llenándonos de basura (ideológica y materialmente). De este modo los avances tecnológicos se vuelven una forma de vida, en donde la única función de los productos es la compra y venta. No se tiene con certeza el ciclo de vida de dichos materiales pero si infiriéramos en él diríamos que duran segundos; el consumo se vuelve excesivo por la misma razón. Muchos de ese consumo es pura moda, establecida por los países primermundistas, y mientras ésta crece los demás países decaen con su economía.
Hemos formado esta modalidad globalizada un asunto de todos los días y lo que no notamos es que lo que menos le importa al capitalismo es el bienestar social. Que la violencia siga aumentando, que las condiciones de vida no sean las óptimas, que el papel del gobernador sea la indiferencia, que exista pobreza, que el desempleo se vuelva cotidiano, pero que la gente siga comprando.
Sin tomar en cuenta las consecuencias ambientales por el desecho de estos materiales, los cuales en su mayoría son enterrados, muchos otros son de componentes químicos o inorgánicos lo que significa que permanecerán hasta que la tierra no soporte más basura y gente. La naturaleza es explotada para adquirir la materia prima y de esa forma se van acabando los bosques, el agua y los recursos naturales no renovables como el petróleo.
Los que trabajan en este tipo de industria no tienen el mejor ambiente laboral, son explotados y la mano de obra es muy barata. Entre todo esto los países en vías de desarrollo son los marginados y excluidos, en su mayoría son los que cuentan con los recursos naturales y donde están instaladas las empresas extranjeras.
De esta forma la globalización hace el mundo de ella, para ella y por ella. Es el nuevo contexto en el que nos desarrollamos ¿Y sus repercusiones? Aparecer cada día más apartados de lo mundano, vivir en la mediocridad, medio vivir, delincuencia por aquellos que no consiguen un buen empleo pero quieren comprarse un “carrito”, la envidia, la competencia, la pobreza… Y si nos preguntamos ¿Cuándo se detendrá?: Tiempo indefinido.
