Estas pueden ser las líneas más largas que te he escrito:
Te detesto.
Porque a pesar de los esfuerzos no logro salir
de este armazón de sentimientos que me llevan
entre aleteos constantes (como el mar)
y oleajes bravíos (como la mariposa).
Sí, te detesto; tanto como a
las noches estrelladas de Bagdad,
porque aún no he podido verlas.
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